La resistencia antinazi en Europa
Abraham Huberman
Judíos y no judíos
Se ha hecho un lugar común decir que los judíos fueron pasivos ante el nazismo, que fueron como «ovejas al matadero» y otras expresiones del mismo estilo. Como sucede en muchos campos, solo una investigación profunda podrá darnos una idea acerca de lo que realmente sucedió. Para ello debemos ante todo tener la valentía de admitir que nuestras opiniones se han formado en base a dudosas fuentes como ser películas que hemos visto en el cine, o en T. V. o porque «así lo dicen todos», y como estamos acostumbrados aquí en la Argentina «por algo será». Ese tipo de actitud, esas opiniones, no solo que son superficiales y ridículas, sino que además son falsas totalmente. Son falsas porque para juzgar sobre tal fenómeno, sobre una cuestión tan cargada de profundos y terribles significados es necesario disponer de conocimientos, de datos fidedignos, un poco más serios que los que nos pueden proporcionar unas películas hollywoodenses, y aceptar su mensaje como si fuera el reflejo de la misma realidad y de la verdad. Es necesario por ejemplo saber qué se habían propuesto hacer los nazis con los judíos, cómo lo lograron, con qué ayudas contaron. Por otra parte tenemos que saber fehacientemente cuáles eran los medios que disponían los judíos para oponerse a los designios nazis, o si estaban advertidos acerca de sus decisiones. Ni hablar que tendríamos que aguzar el ingenio e imaginarnos, vernos a nosotros mismos encerrados en ghettos, sometidos al hambre constante, enfermos, rodeados de una población que en Europa Oriental al menos, era en la mayoría de los casos, indiferente u hostil. Pero esto no es todo. Tendríamos además que comparar la cantidad de «levantamientos» como el del ghetto de Varsovia que protagonizaron otros pueblos sometidos a la ocupación nazi, cuántas rebeliones como las de los campos de muerte de Sobibor, Treblinka y Auschwitz ocurrieron, y cuándo y cómo empezaron a funcionar las unidades guerrilleras que tanta fama adquirieron después y cuyas hazañas recogió después el cine en innumerables films.
Tendríamos que explicar también cómo sucedió que países poderosos y grandes, como por ejemplo Francia y luego la Unión Soviética fueron totalmente derrotados o sufrieron al principio terribles pérdidas en territorios, en bienes, en vidas humanas.Tendríamos también que pensar cómo fue posible que millones de prisioneros de guerra soviéticos, es decir, soldados del Ejército Rojo que terminó derrotando a los nazis, «se dejaron matar pasivamente», murieron de hambre, se devoraron entre ellos e incluso algunos miles de ellos fueron utilizados para «probar» el funcionamiento de las cámaras de gas en Auschwitz, antes de que los nazis lo hicieran allí con los judíos. Deberíamos tomar en cuenta que se trataba de ex soldados, hombres jóvenes, sanos, en la flor de la vida. No se trataba de una población civil, encerrada en inmensas cárceles urbanas, como fueron los ghettos. ¿Cuántas rebeliones hubo en tales campos de prisioneros, qué pensaban en general los movimientos de resistencia acerca de su misión, de sus posibilidades, de sus probabilidades de liberarse solos del yugo nazi? Son muchas preguntas y todavía la lista no está completa. Pero debemos seguir con este tipo de razonamiento, porque si no, llegaríamos a la absurda conclusión de que todos lucharon, todos fueron héroes, todos enfrentaron a los nazis… menos los judíos que fueron pasivos.
En esta línea de pensamiento, Primo Levy, en su excepcional libro «Si esto es un hombre», se ocupa de estos temas y llega a la siguiente conclusión: «Los judíos fracasaron en su lucha por la vida, fueron asesinados y exterminados -y ésto supuestamente prueba que no intentaron luchar». En uno de los momentos más duros de la historia de Inglaterra, ese país estuvo ante el serio peligro de correr la misma suerte que los franceses que después de apenas cuarenta días de lucha, cayeron derrotados ante los alemanes. y no hablemos ya de cuántos días resistieron los belgas, los holandeses, o los daneses. Para entrar en detalles digamos solamente que resistieron mucho, muchísimo menos tiempo que los defensores del ghetto de Varsovia durante su levantamiento que tuvo lugar en 1943. Ante el grave peligro que enfrentaba Inglaterra en 1940, después de la caída de Francia, Winston Churchill pronunció esta memorable frase: «No hay supervivencia sin victoria». Si Inglaterra no derrotaba al nazismo, los nazis someterían a Inglaterra, pero seguramente no pensaba que incluso en tales circunstancias el pueblo inglés sería aniquilado. Seguramente se refería a Inglaterra como nación, como entidad política. Si intentásemos utilizar la misma frase con respecto a la situación de los judíos, veríamos inmediatamente que eso sería imposible. Estaba más allá de cualquier posibilidad real de los judíos. No podían derrotara los nazis, no eran una nación organizada, carecían de fuerzas armadas, carecían de todos aquellos elementos que hacen que un pueblo pueda defenderse. Sólo en la patológica fantasía de los antisemitas y los nazis, los judíos eran poderosos y peligrosos.Entonces sería más lógico invertir la fórmula de Churchill y decir que para los judíos «sin supervivencia no hay victoria », porque si el designio de los nazis era borrar a los judíos de la faz de la tierra, sobrevivir ya era una importante victoria. Era resistir, y como sabemos toda resistencia es activa. No hay «resistencias pasivas». Hay resistencia armada y no armada, pero nunca «resistencia pasiva».
Ese tipo de resistencia fue la que intentaron los judíos articular en la primera etapa de la ocupación. Al formarse los ghettos, la tarea más dura, la más difícil era procurarse alimentos, no sucumbir ante la privación total de libertad, de derechos, mantener vivo el espíritu, tratar de seguir siendo seres humanos y civilizados a pesar de las terribles condiciones de existencia en esas circunstancias. Era sin lugar a dudas una lucha heroica. Por supuesto que las fuerzas eran totalmente desiguales. Todas las ventajas las tenía solamente un bando. y aún así, en esas durísimas condiciones se intentó seguir con la vida, rodeados siempre de peligros mortales, además del hambre (200 ca. por persona en el ghetto de Varsovia, por ej.). Todo lo que podemos imaginarnos como constituyendo nuestra vida diaria normal, le estaba prohibido al judío. Aún así, el ghetto bullía de actividad. Lo sabemos por las memorias de algunos sobrevivientes, pero también por la abundante prensa clandestina que se editaba. Se realizaban actividades, seminarios para los movimientos juveniles, se implementaron programas de ayuda, funcionaban clandestinamente escuelas, e incluso se seguían a través de esos periódicos clandestinos, antiguas disputas políticas e ideológicas, que en la realidad de aquellos días, no tenían ninguna vigencia. Incluso los diversos partidos políticos judíos, -es decir sus líderes- seguían diciéndose «cosas fuertes» como en los buenos tiempos. Y en cuanto al futuro, especulaban abundantemente. Pero en un punto estaban todos de acuerdo. Nadie aceptaba la idea de que Hitler ya había ganado la guerra, ni menos que había que pasarse a su bando, como sucedió entre importantes sectores de la población francesa, por ejemplo, aunque luego trataron de minimizarlo cuando los nazis empezaron a perder y la victoria ya estaba cerca. Ese fenómeno de colaboración con los nazis se dio ampliamente en los países ocupados sin excepción, por lo menos en las primeras etapas. Después de la guerra, contaban por supuesto otra historia: todos se habían opuesto desde el principio e incluso habían luchado en la Resistencia. Esa fue la versión que adoptó el cine.
El papel de la resistencia en los países ocupados por los nazis
La «Blitzkrieg» (la guerra relámpago) fue el método utilizado por los militares alemanes en las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial. Mediante operaciones con fuerzas poderosas, utilizando combinadamente todos los medios de guerra más importantes en aquella época, lograron imponerse sobre Polonia, Francia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Noruega y Dinamarca en poquísimos días. Se derrumbaron doctrinas militares, fracasaron teorías que antes habían sido exitosas. Hubo también derrotismo y falta de voluntad. Después de la caída, no pocos políticos franceses dijeron que había sido un error alinearse junto a Inglaterra contra Alemania. La democracia, los valores que ésta representa no merecían ser defendidos. La democracia -decían- es en realidad la antepuerta del comunismo, y el principal enemigo. Eso dicho en momentos en que Hitler y Stalin habían firmado un pacto de no-agresión y de colaboración, era bastante contradictorio. La derrota inexplicable provocó sin dudarlo, un enorme shock en amplios sectores de la población de los países derrotados. Había que tener mucho coraje para sostener, como el general De Gaulle, que «Francia había perdido una batalla, no la guerra». En esas condiciones, es comprensible que la resistencia haya sido nula o muy poco efectiva. Ningún dirigente podía siquiera soñar con la «autoliberación». Esta sólo sería posible si Alemania fuera derrotada. Por supuesto por otros. Así fue como se fue elaborando, a partir de esa triste realidad, la doctrina de la Resistencia en los países europeos. Esto debería actuar, por supuesto, reuniendo información acerca del poderío militar alemán y transmitirlo a Inglaterra, que estaba urgentemente necesitada de tales informaciones. Luego en una etapa posterior, podrían pasar a la acción, ejecutando pequeñas acciones de sabotaje. A medida que se fueran fortaleciendo, crecería también su actividad, pasando a hostilizar a las fuerzas ocupantes. En la fase final, la potencia de la Resistencia llegaría a su máxima expresión cuando los ejércitos liberadores llegaran. En ese momento los nazis estarían en el punto más bajo de su poder, mientras que la Resistencia alcanzaría su cúspide. Nadie soñaba con que pudieran liberarse solos. Sólo colaborarían en esa tarea. Cualquier otro objetivo estaba más allá de sus posibilidades.
En la realidad, las cosas sucedieron más o menos de acuerdo a ese «guión». Hubo también diferencias y variaciones locales. Pero en líneas generales fue así en casi todas partes. La única diferencia estarra marcada por la situación producida en Yugoeslavia, donde las fuerzas guerrilleras del mariscal Tito, pasaron debido a situaciones muy especiales, a ser fuerzas militares regulares, un verdadero ejército que abrió un nuevo frente de lucha contra los alemanes de la ex- Yugoeslavia. Ese nuevo frente de lucha benefició enormemente a americanos e ingleses quienes en ese momento- 1943- estaba empeñados en una dura lucha en Italia. Los alemanes debían forzosamente sacar fuerzas de allí y enviarlas a Yugoeslavia para apagar el nuevo incendio surgido a sus espaldas. Otro movimiento partizano que tuvo una enorme repercusión fue el que se desarrolló en los territorios ocupados de la ex-Unión Soviética. Grandes cantidades de ex-soldados huyeron o se escondieron para no caer prisioneros. Enterraron sus armas y paulatinamente pasaron a la lucha contra el ocupante. No pocas veces combinaban la actividad contra los alemanes con el simple bandidaje y por supuesto con la matanza de judíos que llegaban hasta sus campamentos en busca de salvación, una vez que habían escapado de ghettos y campos de concentración. Más adelante, todos esos grupos fueron puestos bajo el férreo control político y militar de Moscú, que logró transformar a esos núcleos dispersos e indisciplinados en un poderoso puño dirigido contra las fuerzas militares alemanas. Otra cuestión de gran importancia era la lucha interna que se dio en todos los países ocupados. ¿Por qué había sucedido la derrota, quién era responsable?, ¿qué aspecto o signo político tendría el país una vez liberado? ¿Sería comunista, liberal conservador, democrático? Esas y otras cuestiones eran motivo de polémicas y en algunos casos, incluso de abiertos enfrentamientos armados.
Otro tema doloroso era el de las consecuencias que la actividad de la Resistencia podía tener sobre la población no combatiente. Concretamente se trataba de las represalias que los nazis aplicaban contra la población civil, a fin de presionar a la Resistencia. ¿Hasta dónde estaban dispuestos á avanzar, cuál era el precio que estaban dispuestos a pagar? El apoyo de la población no-combatiente era vital para el funcionamiento de las fuerzas guerrilleras. Esas cuestiones dividían amargamente a la gente. Un ejemplo terrible fue lo ocurrido en Lidice (Checoeslovaquia). Allí fue asesinado por la Resistencia checa, por agentes llegados desde Londres, Heydrich, el «protector» de Bohemia y moravia. Las consecuencias fueron terribles. Toda la población masculina del lugar fue asesinada, las mujeres fueron enviadas a campos de concentración y los niños fueron «robados» y entregados a familias alemanas para su germanización y a los niños se les explicó que en realidad ellos eran alemanes, pero habían sido «robados » por judíos y llevados lejos de su «patria». Muchos de esos niños todavía no han aparecido. El robo y la desaparición de niños de aspecto alemán fue un fenómeno que se dio en toda Europa ocupada. Otra cuestión de enorme importancia fueron las relaciones existentes entre las fuerzas de la Resistencia y sus respectivos gobiernos en el exilio, que querían tener ingerencia y poder de decisión. Muy importantes y controversiales fueron las que se produjeron entre De Gaulle, que era el líder reconocido del Comité de la Francia Libre, con sede en Londres y las fuerzas de la Resistencia en Francia, donde los comunistas tenlan un gran poder.
Aquí la polémica no era solo en nombre del presente, sino del futuro, sobre el tipo de régimen que habrla después de la liberación. Pero no terminaban ahí las dificultades. Otro conflicto, mayor aún, era el que se daba entre los movimientos de Resistencia y los gobiernos de los paises que serfan después sus liberadores. Concretamente: Gran Bretaña y los Estados Unidos. En muchos casos, las desinteligencias fueron enormes. Los gobiernos de América y Gran Bretaña desconfiaban y tenían poca estima a la Resistencia. No la consideraban efectiva en el plano militar. Los veían como auxiliares muy importantes en la tarea de recoger información, pero no como socios iguales en la planificación militar. Más aún, los consideraban en algunos casos un obstáculo. Los americanos por ejemplo, nunca rompieron relaciones con el gobierno colaboracionistas de Petain con capital en Vichy. Trataban con ellos y pensaban que como estaba en el poder, tenían también capacidad de decisión. De Gaulle era apenas un general escapado de Francia que se refugió en Londres al producirse la derrota. No tenía fuerzas militares a su disposición; solo contaba con un gran apoyo en Francia, donde lo veían como un símbolo de la Resistencia y la Liberación. Había también discusiones amargas acerca de las acciones y consecuencias directas de la actividad militar. Las fuerzas aéreas de Gran Bretaña e Inglaterra intensificaron sus ataques al acercarse el momento de la invasión a Normandía, y ésto producía una gran cantidad de bajas y daños, no sólo entre los alemanes, sino en la población civil francesa. Los representantes de la Resistencia solicitaron que cesen o disminuyan los bombardeos, mientras ellos intensificarían sus acciones de sabotaje contra instalaciones y vías de comunicación, que podrfan ser mucho más efectivas que las realizadas desde el aire, con gran despliegue de fuerzas y muy poca exactitud. Finalmente, al producirse la invasión, la situación se agravó, porque las fuerzas de la Resistencia querían participar. Fueron advertidos de no hacerla, por las graves consecuencias que podrían sobrevenir: en cierto lugar de Francia, las fuerzas francesas de Resistencia emboscaron a una unidad militar germana, los alemanes fusilaron a toda una población francesa cercana al lugar de los hechos.
La culminación de todas esas tensiones se produjo cuando los americanos comenzaron a acercarse a París, en agosto de 1944. El general Eisenhower, supremo comandante americano de las fuerzas de invasión no quería atacar directamente París, sino más bien rodearla desde el sur y obligar de esa manera a los alemanes a abandonar la ciudad sin luchar, por temor de verse cercados. De pronto la policía de París se amotinó. Esa fue la señal del levantamiento. París estaba en estado de rebelión y quería liberarse sola, sin esperar la ayuda ni la llegada de los americanos. Pero la pregunta era si estaba en condiciones de hacerlo. Además quedaba en claro que los objetivos iban mucho más allá. No se trataba sólo de liberarse del yugo de los odiados «boches»1, sino también demostrarles a los americanos que los franceses, y sobre todo De Gaulle tenían algo que decir y hacer. La deuda no sería tan grande, si los franceses lograban liberarse por sí mismos en París. La rebelión comenzó el18 de agosto; pasaban los días y la situación no se resolvía. Las fuerzas de Resistencia no eran lo suficientemente fuertes para lograrlo por sí mismas. Los alemanes estaban a punto de lanzar una poderosa acción de represión y los americanos todavía estaban lejos. Comenzó ahora una gran presión para que se apresuren, porque de otro modo la insurrección podría finalizar en tragedia. Después de muchas discusiones se decidió que una divisióncompuesta por soldados franceses que formaban parte de las fuerzas de invasión del general Eisenhower se adelante y entre a París. El comandante de esa fuerza fue el general Leclerc. Finalmente, París fue liberada por fuerzas armadas francesas. Los americanos entraron tras ellos.
Parecida, pero con un final totalmente distinto fue la situación que se planteó en Varsovia. Allí, el ejército soviético había avanzado y después de ocupar Lubín en julio de 1944, comenzó a acercarse a Varsovia, llegado hasta el suburbio de Praga, separado por el Vístula de la capital. El 1° de agosto se rebelaron los varsovianos que esperaban también adueñarse de la ciudad y poder presentarles a los rusos, con quienes sostenían una amarga disputa territorial un hecho consumado: Varsovia liberada por sus habitantes. Era el mismo cálculo en términos generales que lo que había sucedido en París. Pero con un resultado totalmente distinto. Los rusos detuvieron totalmente su avance. Comenzó la represión germana. Los ingleses intentaron ayudar enviando equipo militar que era arrojado desde aviones. La ayuda no fue efectiva. Además, debido a la gran distancia que debían recorrer, no podían regresar, a menos que aterrizaran en territorio ocupado por los rusos. La rebelión en Varsovia fue quebrada. La ciudad fue totalmente arrasada y sus habitantes expulsados. Las rebeliones judías se produjeron en situaciones mucho más negativas y desventajosas.
1boches: apodo dado a los alemanes en la jerga popular francesa.